lunes, 24 de noviembre de 2014

Día 3:

Los últimos días estaban siendo difíciles de asimilar. Entre los exámenes y lo estresante que es la vida de una adolescente, sentía como si me cargasen los hombros con múltiples sacos de harina. Aquello iba a pasarle factura a mi columna vertebral.

El viernes había sido un día de lo más peculiar, y es que todos sabemos que los viernes, son con diferencia el día más "light" de la jornada laboral. Sin embargo, eso no implica que un viernes no pueda darte varios dolores de cabeza. O de espalda. Está claro que en cuanto termine el mes tendré que ir al osteópata.

Lo curioso de ese día, fue que las situaciones más insólitas se dieron durante las clases, y no a lo largo de nuestro escaso tiempo libre.

El primer momento que me llamó la atención aquel día, fue el que Andrew se acercase a hablarme, cuando con anterioridad a penas nos habíamos dirigido la palabra. Simpático, me preguntó por mi exámenes. Parecía un chico agradable, y además admitámoslo: estaba bueno. Así que yo felizmente hablando con él de chorradas escolares no vi venir a Rachel, una compañera de clase, la cual alegremente comentó:

-¡Es clavadita a tú ex! Solo que ella era pelirroja...- y claro, a parte de sentirme observada en aquellos instantes también me quedé pensando en si aquello debería tomármelo a bien o a mal. Esperaba optar a la primera opción.

Sin embargo, aquel momento no pasó a ser una anécdota interesante, pues nos vimos forzados a interrumpirlo en cuanto el timbre retumbó por las aulas. Por lo que me dirigí al aula de ciencias.
Una vez allí nos hablaron sobre la clonación, y sobre veinte mil rollos más de los que no queréis oír hablar. Pero yo si que quería.

-¡Yo! ¡Yo! ¡Yo quiero clonarme!-exclamé efusiva, respondiendo a una pregunta que el profesor no había formulado. "Esto de tomarme dos cafés para desayunar no me hace bien."

-Summer; la clonación es anti-ética.-comentó May.

-Pero si yo a mi clon le haría un favor...-expresé, con total convencimiento.

-¿Que ideas tienes, Summer?-preguntó mi profesor.

-Clonarme para enrollarme conmigo misma. Es una necesidad básica para mi. -expliqué. Si, lo sé: demasiado presumida, ¿verdad? No os equivoquéis; opino que todos deberían quererse a si mismos con locura. Eso provocaría la desaparición de muchas guerras. Sin envidia muchas batallas se extinguirían.
Sin embargo, mi comentario les sonó a broma a los demás, que estallaron en carcajadas: ¿a caso no veían que lo decía en serio?

-¿Tú te das cuenta de que tu clon sería un ser con opinión propia que no tendría porque querer liarse contigo, verdad?- comentaba May, mientras emprendíamos dirección a la cafetería del instituto, siendo ya la hora de comer.

-A ver...-musité, algo indignada, pero a la vez, orgullosa. -¿Quién no iba a querer...?-me vi interrumpida a mitad de la frase.

-Yo quiero.- allí estaba Chris. Tan sutil como tan solo él sabía ser. Se acercó a mi, aprovechando que me estiraba para coger las servilletas para rozar mi piel. -Mmm... Summer. - "Asco de tíos. Asco de humanidad." ¿A caso tanto les costaba introducir en sus cabezas de Neanderthales que cuanto más estupideces repulsivas hacían, más asco les teníamos?

Sonreí, intentando calmarme. Recordé lo que siempre me dice mi padre: antes de chillarle a alguien, cuenta hasta diez internamente y respira.
Bien; pues eso hice. Conté y respiré. Pero el pervertido de Chris no se apartaba de mi, y en cuanto abrí la boca para aclararle lo que quise aclararle días antes: amigos. Solo amigos- Jonas se me adelantó, interponiéndose entre ambos.

-Eh, que corra el aire.-indicó, con seriedad. -Summer, vuelve a tu sitio. No puedes colarte. 

¿Colarme? ¿Que estábamos? ¿En quinto de primaria?
Solté un soplido:

-Por favor.- me indigné.- Sabes tan bien como yo que no me he movido de mi sitio. -me quejé, antes de deslizar mi bandeja hacia el apartado de los postres. Sonreí al ver que había pastel de limón: por lo menos iba a poder saborear algo de ese día. Porque por el momento llevaba conversaciones inacabadas, aclaraciones que no se habían llevado a cabo, momentos confusos, múltiples indignaciones y ninguna clonación. Agradecí internamente el vivir en mi propio mundo mágico, el cual se atesoraba en mi mente. Pues vivir en aquel incomprensible mundo externo, sin la protección que me proporcionaba mi mundo interior, sería digno de llevarme a la demencia.

Durante la comida hablé con May y Lou, aparentemente aterrorizadas por una niña de nueve años que a mi opinión protagonizaría una película de terror en breve. Y es que cada vez que la veían, mis amigas eran abofeteadas con la frase de:

-No me acercaré a vosotras. Sé que si lo hago me arrancaréis la cabeza.

Y claro, ver a la niña roer un hueso de pollo, dispuesta a comérselo entero, era un tanto inquietante, para que mentir.

-Yo quiero conocerla. Seguro que puede inspirarme para un libro.-comenté, observándola a lo lejos.
Realmente se hacía perturbador el verla roer el hueso con tantas ansias.

-¿Os imagináis como de rápido se comería un hueso humano?-dijo Lou, temerosa.

Las demás abrimos los ojos y reímos. El día no iba mal después de todo.

O eso pensé. Sin embargo mis probabilidades de terminar el día con calma se vieron nubladas por el trasero del lisiado cerebral, que lo había puesto sobre MI silla. Supe entonces que la clase de italiano no me sería fácil. Jonas no iba a ceder fácilmente.

-A ver... Lisiado cerebral. ¿Qué haces? -le pregunté, algo molesta. -¿No ves que mis cosas están sobre la mesa?

Jonas observó el pupitre, dándose cuenta de que yo tenía razón. Sin embargo, como este no rige bien, lo que hizo fue coger mis libros y dejarlos en el suelo.

-Ya no.-concluyó, con una estúpida sonrisa que hacía que tuviese ganas de meterle los dedos de los pies por los tímpanos.

-Si no quitas tu culo de mi silla, no me quedará otra que sentarme encima tuyo. -le avisé.

-Adelante. -dijo el muy cabrón, que o no me creía o era aquel su objetivo.

Así que, como mujer de palabra que soy me senté sobre él.

-¿Tan enamorada estás de mi, que haces esto para tenerme cerca?-me preguntó.

-¿Tan enamorado estás de mi, que te sientas en mi sitio tan solo para darme un motivo para hablarte?-contesté, con la misma sonrisa pilla que la suya. Si se trataba de jugar, a mi no me ganaba nadie.

-Aquí hay amor.-comentó Lou, quién se sentaba en frente.

-Muchísimo.-ironicé, ante el comentario de mi amiga, queriendo estrangularla.

Y entonces Jonas se puso a montárse un monólogo sobre lo mucho que yo le quería, sobre que no sabía disimular mi innegable amor por él; la Hello Kitty; los pies de Jenny y no sé que mierda más. Y como resultado, terminé aporreando su inservible cráneo con mi carpeta. No era la primera vez ni sería la última. Peleas como aquellas eran habituales entre nosotros. Pero claro; eso la Señorita Smith no lo sabía. Y cuando llegó al aula, no estuvo lo que se dice contenta con el panorama que se encontró.

-Para empezar: Summer, Jonas: no podéis sentaros juntos. Separaros ya.-nos ordenó.

-Ya has oído Jonas. -le dije, con una sonrisa en el rostro.

-No, no: yo no me muevo. Este es mi sitio. ¡Si ella tiene las cosas en el suelo! -indicó, mientras señalaba mi pobre material escolar.

-¿Summer...?-inquirió la mujer.

-Es mi sitio y lo sabe. Siempre me siento aquí.-indiqué. El maldito lisiado cerebral... Yo tan solo pedía una cosa: sentarme cerca de Lou. ¿Es que acaso era tanto pedir?

-Me da igual de quién sea el sitio. O uno de los dos se levanta o estáis expulsados de la clase.-amenazó con severidad.

-Pues yo no pienso moverme.-indiqué, más que indignada. ¡La profesora sabía que aquel era mi sitio! Otra que quería recibir trabajos extra escolares por parte de Jonas. "Asco de sociedad."

-Yo tampoco.-secundó Jonas.

-En ese caso, fuera del aula. Los dos.-dijo, y en ese momento yo me levanté, negándome ante la opción de que una mancha tan estúpida como aquella manchara mi expediente académico dominado por el buen comportamiento:

-Ya me cambio...-suspiré, resignada. Más aquello no fue suficiente para la profesora.

-Demasiado tarde. Los dos fuera.

"Mierda."

Y así terminé con el lisiado cerebral en el desierto pasillo. Por tozudos y porque él era un imbécil. Pensé en que aquella situación me hubiese incluso gustado un año atrás, cuando Jonas me gustaba. Eso fue antes de descubrir que era un lisiado cerebral, claro está.

-Has conseguido lo que querías. No estoy sentado en tu sitio.-dijo, sonriente. Aquello parecía tener gracia en el interior de su inepta mente.

-Tú has conseguido lo que querías: un rato a solas conmigo.-dije, con cierto sarcasmo.

-¿Como lo sabías?-contestó él con el mismo tono.

-Fácil: no sabes disimular tu innegable amor por mi.-comenté, citando lo que minutos antes él me había dicho.
Después desaparecí por las escaleras. No quería estar más junto a aquel descerebrado. Me ponía enferma. Y también me ponía a secas, pero eso era por culpa de las malditas hormonas, así que no tenía la menor importancia, porque un gilipollas como él no me iba a gustar. ¿Los chicos que me gustaban a mi? Chicos como Alec, con el cual me había pasado hablando las dos noches anteriores. Le echaba de menos, y era muy consciente de ello. Y si: el recibir aquel mensaje por su parte me encantó. ¡Al fin un chico que se preocupa de lo que pasa por tu mente y no por tu entrepierna! Repito: asco de sociedad.
Y asco de adolescencia, que además de algún que otro grano, desajuste hormonal, atracción por el lisiado cerebral y un variante apetito, había hecho que me dejara de gustar Alec justo cuando parecía que iba a haber algo. Pero bueno, cosas que pasan. Supongo.

Aquella tarde tan solo podía pensar en coger el teléfono y llamar a Meg. Necesitaba a mi media naranja para que me ayudase a exprimir aquel mundo de dementes,  aclarar mis ideas y organizar mis frustraciones. Parecía misión imposible, pero para Meg no lo era. Tan solo hizo falta nuestra terapia del fin de semana. Pero eso, y lo que pasó el lunes, ya es más largo de contar...


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Día 2:

Mentiría si dijese que el martes no fue extraño. Bueno, en realidad aquella sería la verdadera mentira, pues juro que sobrepasaba lo extraño. Simplemente, no había palabras para definirlo. Y hoy, miércoles, todavía repasaba aquella surrealista situación.

-¿Qué es eso de que te has liado con Jonas?-preguntó Lindy.

Puse los ojos en blanco: "La pregunta no sería más bien: ¿Summer, como te encuentras? ¿Que tal llevas lo de tu ETS? "

Al segundo la gente se reunió al alrededor de mi pupitre, como si fuesen palomas compitiendo por un pedazo de pan.
Sonreí ante mis curiosas compañeras. Aquella situación me estaba estresando.

-Pues la verdad es que...-comencé a decir, más me vi interrumpida.

-¿La verdad es que...?- Jonas apareció tras de mi, haciendo que del sobresalto casi le partiera la cara en veinticinco trozos distintos. Lo cual hubiese sido triste, pues su cara de imbécil era lo único bueno que tenía. Se me quedó mirando. -Mmh... Summer, que labios...
Alcé ambas cejas y me acerqué a él. Menudo imbécil estaba hecho. No podía ser tan imbécil.

-La verdad es que ya te gustaría.-le indiqué, ignorando su último comentario.

Parecía que él iba a responder en cuanto nuestra profesora apareció por la puerta.

-¡Todos a su sitio!-ordenó.

Mis compañeros obedeciendo, dejando mi pupitre despejado y permitiéndome observar la mirada confusa de Lou, que estaba en el pupitre contiguo. Aquella situación la trastocaba casi tanto como a mi. Me encogí de hombros ante mi amiga, esperando a dejar las cosas claras en cuanto la clase finalizara. Lo que no sabía yo era los problemas que aquella clase iba a revolver.

-Bien, el tema a tratar hoy es un tema serio, pues nos toca de cerca.-inició la profesora, provocando que enarcara una ceja. "¿De cerca? Tal vez nos hablen del ébola. Asco de sociedad: en cuanto afecta al tercer mundo, se ignora; pero al primer primermundista que toca ya es noticia y catástrofe." Aun así no tenía sentido, pues tan de cerca no nos tocaba. Ninguno de los de nuestro entorno se encontraba contagiado: al menos, que yo supiera. Ojalá hubiésemos hablado del ébola. -Ha llegado a mis oídos, que dos de vuestros compañeros han contraído el Sida.-llevé mi palma de la mano a mi frente. "No me fastidies." -Una ETS es algo serio, chicos. Por eso es necesaria la utilización de métodos...- todo lo siguiente fue una charla sobre sexualidad, enfermedades y protección que me hizo tener ganas de pegarme un tiro allí mismo. Así al menos cambiarían de tema. "La que ha armado el lisiado cerebral."

Aquello parecía de ciencia ficción. Pasaba lo surrealista. Era demasiado incluso para mi.

-Aquí nadie tiene Sida. -salté, irrumpiendo en pleno discurso de mi profesora. -Es todo una invención del lisiado cerebral.-dije, señalando al susodicho. -Porque él, realmente; si que está enfermo.

Acababa de decir una verdad como un templo, sin embargo, el describir faltarle al respeto a un compañero hizo que me echaran del aula. "Genial."-ironicé. Yo no me merecía aquello. Claramente nuestra profesora debía querer ligarse a Jonas o algo por el estilo.
Algo que me quedó más claro que el agua el miércoles, en cuanto vi como la profesora le paraba en el pasillo, sonriente, coqueta y prostituyendo un excelente con tal de que él participara más en clase. Seguro que lo que quería era que participara más bajo la mesa de su despacho. En fin, que los adultos mucho decir: esta juventud, pero en muchos casos, ellos son incluso peores.

-¡Pero que zorra!-exclamó Meg al otro lado de la línea telefónica. -¿Como se atreve a echarte de clase? Buah, tía: denúnciala.

Ella parecía estar incluso más indignada que yo con lo sucedido ayer en el aula, y aquello, hizo que me deshiciera en risas.
Sin embargo, mis risas desaparecieron en cuanto crucé la esquina del recinto escolar y me encontré a Jonas rodeado de las chicas de la clase. Bueno, él y Jonathan, el quinqui de su amigo. Pero él me traía sin cuidado. El meollo de la cuestión era el lisiado cerebral. "Será capullo."

-Meg, tengo que colgarte. Hablamos luego. Te quiero.

Y así, colgamos. Me dirigí hacia Jenny, May y Lou.

-¿Lo veís normal? ¿Pero estas tías de que van? ¿Y él? Hace tan solo un día éramos, pareja, folla-amigos o algo y él me había contagiado el Sida. ¿Y ahora todas se lanzan a por mis migajas?-me quejé. Menuda semanita.

-Porque ya saben que no son "tus migajas".-dijo May.

-¿Celosa...?-formuló Lou, haciendo que quisiera abrirle un paraguas por uno de sus orificios nasales.

-No. Indignada por el hecho de que se rebajen tanto. Nada más.-comenté, haciéndome la despreocupada, aunque realmente algo en todo aquello me molestaban. Pero no eran celos; no, no. "Eso ni en broma."

El resto del día pasó lenta y pesadamente. Me aburrí, me agobié, me estresé, y me dormí y desperté varias veces entre las clases de francés y biología. Y eso que adoro biología. "Sin duda alguna debería dormir más..." Y aquel era mi objetivo para aquella tarde: llegar a casa, comer chocolate y dormir para recuperar las horas de sueño que había perdido durante las últimas noches: planazo.
Sin embargo, supe que mi plan no sería realizado en el momento en el que, al dejarme caer sobre la cama, me llegó un mensaje que no pude ignorar.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Día 1:

Lunes. Sabía que este día sería complicado. Los lunes siempre lo son. Lo que no me imaginé fue que iba a ser tan complejo. No me imaginé lo que todo él conllevaría.

Toda la gente acostumbraba a odiar el primer día de la semana. Sin embargo yo no lo hacía. Me gustaba estar junto a mis amigas, y si para ello debía ir al insti, iba encantada. Eso si: mejores que los fines de semana, no había nada. Cuando Meg y yo nos pasábamos la noche en vela, viendo películas de terror junto a un cuchillo jamonero, cualquier historia Disney o, muy habitualmente, a Ian Somerhalder. Y después, a dormir durante tooooodo el día... ¿Quién no adoraría eso?

Y yo necesitaba aquellas terapias con Meg urgentemente. Cambiar de etapa escolar con mis amigas, dejando a muchos atrás, estaba siendo menos duro de lo que pensaba, pero aun así no era fácil. Nos encontrábamos en un sitio con gente amable. "O puede que no tan amable." Aquello fue lo que pensé en cuanto Chris se negó a dejarme sentar en su sitio en clase de ciencias.

-Bueno, vale. Te lo dejo. Pero solo porque me caes bien.-me dijo finalmente, con una sonrisa que desvelaba que no solo era porque le caía bien. Aunque aquello era algo que ya había supuesto con anterioridad, gracias a aquellas descaradas miradas. Y es que yo alucino con los tíos. ¿Es que acaso no ven que tenemos ojos en la cara y nos damos cuenta de los caretos de depravados mentales que esbozan cada vez que una de nosotras hace el más mínimo movimiento?
Sin embargo, aquello me beneficiaba, pues al tener el sitio de Chris podía sentarme junto a Minni, la que era mi nueva amiga. Me encantaba estar con ella. Se asemejaba a mi y a Meg, cosa difícil de conseguir, claramente.

En cuanto sonó el timbre hice un repaso mental de todo lo que habíamos estudiado durante la clase: sabía que no me acordaría. Era mucho temario, y yo demasiado vaga como para estudiar sin la presión de los trimestrales.
Me dirigí al baño, como era costumbre para mi: antes de cualquier descanso, debía vaciar mi vejiga.
Abrí la puerta del lavabo, encontrándome con un desequilibrado panorama.

-¿Lo habéis visto, verdad? ¡Me ha mirado!

-Pues a mi me habló ayer.

-¿De verdad?

"Joder..." Sabía a quién mis compañeras se referían: el imbécil de Jonas atraía todas sus miradas tan solo por el hecho innegable de que estaba bueno. "Que pena da ésta sociedad." Pensé, asqueada por vivir en una sociedad en la que el físico se valoraba más que la personalidad. Sin embargo, y a pesar de que la personalidad era lo más importante, comprendía que se sintieran atraídas por él. Pero hasta tal punto de desesperación... Daba pena.

Habíamos terminado de comer, y mientras Chris me rondaba como una abeja a la colmena, mi imbécil y querida May exclamaba:

-¡Te ha salido un pretendiente!

Cosa que además estaba clara. Chris no podría ser más evidente. Bueno, miento: si podría.

-Eh.-dijo como un Neanderthal, repasándome como si fuera las respuestas de un examen que en nada va a empezar. -Algún día quiero tener una cita contigo.

"Mierda." Podrían haber sido imaginaciones mías, sin duda, aquello hubiese sido más sencillo. Con la cabeza a punto de explotar, acorralada contra la pared (literalmente) intentaba buscar en mi desordenada mente una forma suave y poco ofensiva de decir: "Eso no pasará, amigo"
Opté por reír. Una risa amistosa nunca es dolorosa, ¿verdad?

-¿Pero qué dices?-dije entre risas. Había salido de aquella lo mejor que había podido.

Y pareció no ofenderle. Ni siquiera pareció tomárselo como un "no". "Demasiada risa amistosa."
Mis amigas aparecieron- a buenas horas- y Chris se integró en mi grupo, socializando con ellas y lanzándome una miradas que me hacían sonreír nerviosa, pensando en como aclarar que mi respuesta era no.
Que a ver: Chris era un buen tío, pero también era de aquellos que la liaba en clase y desobedecía a los profesores. Y yo que sería más bien considerada una niña buena tenía tendencia por otros tíos. Además, Chris no me gustaba. ¿Es que a caso no podía tener amigos tíos? Todos parecían querer algo más. "Asco de adolescentes."

Y hablando de adolescentes: ¿qué hay más adolescente que el típico guaperas estúpido que va de chico malo tan solo por formar parte del grupo en el cual está? Exacto.

"Maldito lisiado cerebral." Pensé mientras Jonas se acercaba a nosotros. Como no, se veía claramente como Chris ligaba conmigo. Y como Jonas parecía estar enamorado y querer proclamarse propietario de mi trasero- y una mierda- tenía que impedirlo a toda costa.

-Eh, Summer.-dijo, acercándose a mi. Por alguna razón, los de alrededor parecieron bajar el volumen de sus conversas. "Cuanto cotilla suelto." -Oye, el otro día me hice unas pruebas y... Tengo el sida.

Pues genial. ¿Y a mi qué me contaba? ¿Qué pretendía que le dijera a aquello? ¿Buena suerte?

-¿Y eso a mi me afecta porque...?-dije, esperando su respuesta con curiosidad y, a su mismo tiempo, indignación.

-Porque hay probabilidades de que te lo haya pegado. Ya sabes, este fin de semana, cuando mis padres no estaban en casa, viniste y...

Joder. Aquello ya era lo máximo. Estaba por meterle un guantazo, pero la situación tenía hasta gracia. ¿Quién iba a creerse esa estupidez?

-¿Este fin de semana, dices? Lo tengo muy borroso... Maldita droga.-dije, claramente actuando. -Tal vez tengas razón, quien sabe. 

Estaba claro que aquello no era más que seguirle el juego, y que ningún estúpido podría tragarse todo aquello. Sin embargo, mi sorpresa fue al llegar a casa encontrarme un mensaje de Minni:

"OMFG SUMMER. ¡¿QUE TE HAS LIADO CON JONAS?!"

"Mierda."


viernes, 14 de noviembre de 2014

En un día "normal"...

Debería empezar con un saludo. Si, sin duda, eso sería lo apropiado. O al menos lo normal. Sin embargo, yo aborrezco lo normal. Lo normal es aburrido. Puede que por ello, en un día como hoy, haya decidido abrir este blog.
La verdad es que la idea ya llevaba algún tiempo rondándome la cabeza. Tal vez por mi afición a la escritura y la expresividad desde niña, o porque últimamente me he aficionado a "La Chica Invisible".
Bueno, sea como sea, aquí estoy: dispuesta a narrar todos y cada uno de mis días (a excepción de aquellos en los que por las tardes me niegue a escribir o incluso respirar y ser persona con tal de tirarme en la cama y adentrarme en mi mundo onírico)- maldito insomnio, que me roba las noches.

No sé si alguien leerá esto, pero en todo caso, lo que necesito es una válvula de escape, por lo que ésta es su principal utilidad. Aunque he de hacer marketing, y deciros que mi vida es interesante (por lo general) así que si estáis dispuestos a seguirme, encantada. Los nombres de la gente de mi entorno serán cambiados por seudónimos, así como también les asignaré una imagen de alguien que se les parezca. Probablemente también "camufle" los lugares en los cuales pasen las acciones. Así será más fácil de imaginar, sin desvelar por completo mi realidad.

Y como esto es tan solo una introducción hecha por una persona que se encuentra poco cuerda por la falta de sueño -aunque tampoco presumo de mucha cordura en mi estado habitual, pues he de decir que estoy loca, majareta, pero ya sabéis que: las mejores personas, lo están- voy a finalizarla aquí mismo.

Espero que decidáis conectaros a la vida de una adolescente desquiciada con la raza humana, o que por lo menos esto me sirva para desahogarme.
Sea como sea, se que esto servirá de algo. O al menos, ese es el plan.